Al leer las preguntas que propone WordPress hoy como entrada de blog, rápidamente pensé en responder en modo piloto automático: «despertar, cepillarme los dientes, tomar café, hacer la casa y disponerme a trabajar». Pero, no suena emocionante, ¿verdad? ¡No!
¿Alguna vez te has preguntado si estás viviendo en piloto automático? En este mood, las rutinas son tan predecibles que podríamos hacerlas con los ojos cerrados: dejar las llaves en el mismo lugar, ver varias veces el capítulo de tu serie favorita, ir al trabajo siempre por el mismo camino y así… un sinnúmero de acciones repetidas. Pocas veces nos aventuramos a nuevas rutinas y terminamos viendo otra vez ese capítulo, de todas formas. Entonces, frente a estas preguntas, me detuve a pensar detalladamente en mis rutinas matutinas y descubrí, por ejemplo, que soy totalmente A.M.
¿Qué haces durante la primera hora del día?
Naturalmente, casi siempre despierto a las 6:00 a.m. (no uso alarma) y de inmediato sonrío, le doy los buenos días a mis amores (dos perros, dos gatas y dos gatos), hago la cama, tomo un vaso de agua, medito durante 18 minutos, doy de comer a los michis (Cohen, Cortázar,
Anaïs y Dharma), limpio sus cajitas de arena, abro las cortinas, riego las plantas (si es el día que corresponde), voy al estudio, tomo un libro de poesía y lo abro en cualquier página, leo el poema en voz alta, luego, bajo a la cocina y preparo el café.
¿Cuál es tu rutina de mañana?
Después de la primera hora, mientras tomo mi shot de energía (un café expreso), consulto la aplicación del clima para saber a cuátos grados me tengo que enfrentar este día y de acuerdo a ello escoger la ropa que usaré, me voy a la ducha, saco el perro, hago la casa, leo 10 páginas (actualmente estoy con el libro «Cómo maté a mi padre» de Sara Jaramillo ¡Una lectura alucinante!) y a las 10:00 en punto, me siento en mi escritorio a trabajar, o a escuchar un pódcast, o a escribir, o, si tengo pacientes agendados, me voy al consultorio.
Pero no todos los días son iguales, algunas veces rompo la rutina y salgo a caminar a un ecoparque que queda muy cerca de casa y allá hago mi meditación, otros voy a tomar el café con algún amigo, o si estoy enganchada a alguna serie, (la noche pasada empecé Monk y ya la quiero ver toda de un tirón), veo un capítulo después de hacer la casa.
De vez en cuando, romper la rutina no nos viene mal. Y si no funciona, siempre podremos volver a nuestras viejas rutinas. Después de todo, como dice una canción de Vetusta Morla, «Aún quedan vicios (rutinas, en este caso) por perfeccionar, en los días raros»