Sábado. Once y once de la noche. Cierro la puerta con odio, me pongo el suéter y salgo. La ciudad está desnuda y fría; la respiro. A mitad de camino recuerdo que en casa nadie me espera, desacelero el paso queriendo evitar lo inevitable: llegar. Cuatro pisos y ahí estoy, buscando sin prisa en mi bolso las llaves. Abro. Prendo la cajita de colores y solo películas de terror. Odio las películas de terror. Apago la tele. Hace tanto silencio… Nunca antes me había incomodado la soledad.
Suena la alarma de nuevo mensaje en mi celular: «De nuevo en la ciudad. Hubo un tremendo vendaval, la tormenta fue de ribetes apocalípticos: nocturna, rayos, centellas, truenos. Árboles descuajados, algunos daños. Fue algo memorable, y en medio de esas fuerzas desatadas, pensaba en cómo lo habríamos vivido juntos.» Abracé mi teléfono y me metí en la cama.
Después de todo no estaba tan sola.
🙂 . Eso y mucho más.
Mati 😉
realmente no estas tan solo, tienes el teléfono, el pensamiento de una migo o de un amante que te desea, el Blog, tus historias y un suspiro que suele ser más cálido en algunos momentos que todo lo que te rodea y también me tienes a mí aunque en todo este tiempo parezca estar ausente…
dónde estas que solo encuentro silencios de ti
Siempre estoy del otro lado de tu pantalla.
Me alegra saber que estas
Siempre.
Incluso la soledad deseada tiene etapas duras. Abrazos que esconden demasiado…
En un momento el clima del corazón cambia… Como ves, lejos piensan en ti.
Sí, Rubén. Como dice el Insomne, nunca estaremos solos.
Un abrazo.
Perfecto…
«fucionara»… se escribe con «s».
No dejes que una falta de ortografía desluzca una idea maravillosa y un texto brillante.
Un abrazo,
VVRR
Mil gracias Verónica. Tanto que reviso los textos y no ver semejante error. Es un honor tenerte de visita.
Abrazo de vuelta.
Otro para ti.
Un poco vagos ya parecen los perros, que estén de esa guisa después del paseo pase, pero al llegar a casa…
Si yo soy tu perro te doy lametazos hasta desgastarte y llegar al hueso.
Entredormidos, me movieron la colita. De ser perro, serías un súper perro querendón 😉
Abrazo, Líder.
Muy bueno, Beve.
A veces la soledad nos encamina a la diminuta existencia de nuestro yo.
Un abrazo fuerte.
Completamente de acuerdo, Cho. Es bueno encontrarse con uno mismo y disfrutarse.
Qué rico abrazo, uno cálido para ti.
Feliz viernes, Beve.
Yo creo en las señales, en lo personal prefiero recurrir últimamente a mi libreta de notas o a algún poema ,no sé si sea algún tipo de flagelación pero después , en otro momento cuando leo lo escrito, me sorprendo de mi misma, hay momentos en que la soledad pesa, yo estoy aprendiendo a lidiar con ella, aunque como tú también, tenga que abrazarme de algunas cosas, por lo pronto te mando Un abrazo. 🙂
La soledad no me pesa, me gusta y la busco. No sé que pasó esa noche…
Un abrazo.
«Toccante», «touching» (no me viene la palabra). Cuando el abrazo que no está se nos vuelve necesario me viene a la mente «tu fantasma» del querido Silvio y pienso que eventualmente es mejor consolarse con esas dos almohadas, que no con la vibración del teléfono. Besos, querida.
Fue un momento extraño, eché de menos hasta los bichos que tanto detesto (las hormigas). No suelo dormir con el móvil cerca, pero esa noche, la pantallita de mi teléfono representaba el calor de ese abrazo que no me esperaba en casa. Sí, las almohadas son mejor alternativa, compraré un par más. Mi hijo ha llegado de sus vacaciones y esta mañana he visto a las hormigas rondando el microondas, todo a vuelto a la normalidad.
Besos, querido.
Nunca estarás sola.
Tienes razón; me acompaña mi propia soledad 😉
Me ha gustado. Siempre hay alguién más cerca de lo que pensamos o intuimos. Un abrazo!
Es cierto Lilith, y aparece cuando menos lo esperamos.
Abrazo de vuelta.