Poesía

Salvador Felipe Dalí

GALA

tú no estás incluida
en el círculo de mis objetos en relación:
tu amor está fuera
de las nociones corporativas y mendigas
de los sentimientos humanos
pues yo no tengo ningún sentimiento por ti
pues los sentimientos suponen la ausencia del amor
o su debilidad
y este está fuera de todo sentimiento
como su representación pura y única…
Fuera de los relojes
sensibilizables
en medio
de una multitud de tinteros
colocados en equilibrio
el largo de tu cuerpo estirado
sobre una almohada de algas marinas
color de mierda
fuera
de las estratificaciones mentales
que nacen
de los orígenes hipotéticamente sensibles
de la fijación narcisista
de mis propios olores
el olor de mis pies
el olor interior de mis huevas
el olor de mi glande
el olor de mis axilas
el olor de mi propia mierda.

4 respuestas a “Salvador Felipe Dalí

  1. Dalí era un gatito. Este es un triste y mísero maullido. ¿Tenéis idea de quién era esa mujer? ¿De lo que hizo a Paul Eluard, por ejemplo?

      1. Es el efecto que causaba en los hombres. A eso me refería. Te aconsejo las cartas de Eluard a Gala que te pulverizan el corazón.

      2. ¡Impresionante!

        Domingo
        (fragmento)

        Mi Gala, porque no podría vivir si no fueras mía. Pienso incesantemente en ti, pero te echo de tal forma de menos que si tuviera dinero me iría a vivir al hotel. No sabes, te sería difícil hacerte una idea de la atmósfera de este apartamento que en verdad quise para ti y que tan poco has vivido y en invierno. Y los alrededores, la esquina de la calle que hemos doblado juntos, todo lo que he soñado: dónde llevarte, tus vestidos, tu placer, tu sueño, tus ensueños, todas las torpezas que he cometido, todo lo que deseaba reparar.
        Todo es siniestro, todo es horrendo. En mí la idea de la muerte se mezcla más y más con la del amor. Te creo perdida. ¿Por qué estás tan lejos? Hace diecisiete años que te amo y tengo todavía 17 años. Todavía no he hecho nada y no veo más porvenir que a los 17 años. Hoy la idea de la desdicha ha nacido con el amor por ti, sin salud. No sé discernir mejor que otras veces lo que hace falta para conservarte, para tenerte, para que me ames del todo. ¿Por qué estás tan lejos? El hecho de no recibir el telegrama que te pedí durante cinco días me había trastornado espantosamente. Y cuando anoche recibí el telegrama me quedé como un estúpido, ya no me aportaba nada. Me dejaba todo mi pesar, todo mi tormento imbécil.
        Si supieras cuánto deseo verte, cuánto me gustaría tenerte conmigo como te tuve el año pasado en Cannes. Sé muy bien que no puedo retenerte, que la abominación de la vida en común no es para nosotros, pero siento como si hiciera años que no te tengo. Y he perdido el gusto por la vida, por los paseos, el sol, las mujeres. Sólo he conservado el sabor amargo y terrible del amor.

        Mi pequeña Gala, hermosa, querida mía, maia dorogaia, mi pequeña, mi amor, me muero de estar sin ti.

        Paul

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